SEGALLO, -A, ‘animal cabrío en el segundo año de su vida’, voz pirenaica común al aragonés con el catalán, el gascón y el vasco, de origen incierto, quizá prerromano; pero si, como parece, está emparentado con el vasco segail, sekail, ‘descarnado, esbelto, airoso’, en el sentido de ‘animal flaco’, habrá que suponer que es palabra de origen romance, alterada fonéticamente en vasco, y propagada luego por pastores de lengua vasca, pues dicho adjetivo parece ser préstamo del bearn. secalh, cat. secall, ‘persona seca y delgada’.

1.ª doc.: 1405.

En un inventario aragonés de esta fecha: «dezesiet cabeças de cabras y chotos; las onze cabeças a precio de cinco solidos por cabeça, y las seys, que son sogallas, a precio de tres solidos» (BRAE IV, 528): abunda en estos inventarios la errata de lectura consistente en reemplazar e por o y viceversa, y aunque no puedo comprobarlo sospecho que así ocurre en este caso; no es imposible, de todos modos, que se trate ahí de una forma alterada por una etimología popular que relacionara segalla con la soga empleada para sujetar el animal. Borao registró como arag. segallo (con variante cegallo) «cabrito desvezado hasta llegar a primal», que de aquí pasó al dicc. académico [1925, no 1884]. En efecto es palabra principalmente aragonesa, con ligeras variantes en cuanto a la edad del animal: segalla en Villarreal junto al límite navarro-aragonés sería ‘cabra de menos de seis meses’ según Bergmann (Grenzgebiet Ar.-Nav., 75); segallo, -alla, en todo el Alto Aragón occidental designa según Kuhn ora el animal cabrío de un año ora el de dos (ZRPh. LV, 616); Rohlfs (ZRPh. XLVII, 1927, 403-4; BhZRPh. LXXXV, § 51; RLiR VII, 131) recogió segallo, -a, en Ansó, Echo, Torla y Fanlo, segall en Venasque; Casacuberta, segalla en Liédena (Navarra), BDC XXIV, 180. Puedo precisar bien el sentido gracias a mis encuestas dialectales en el Alto Pallars, donde la segalla y el segall (sagalla en Tavascan) designan el cabrío de más de un año y menos de dos; según el Vocab. del Bestiar Cabrum (BDLC IX, 241-2) segall designa el hijo de la cabra desde que lo desmaman y deja de ser cabrito hasta que cubre alguna cabra y se convierte en boc (‘macho cabrío’): según estos datos el vocablo es común a los varios dialectos catalanes, del Oeste (desde Tortosa hasta el Llobregós), del Este (del Penedés hasta Bagá), del País Valenciano (desde Alcoy hasta Benicassi) y de las tres Baleares, con el importante detalle de que en éstas se pronuncia segai, segaia (BDLC VII, 176; IX, 241)1, revelando así que la ll procede de -L?- o -CL- y no de -LL-. Lo mismo indica la forma andaluza cegajo, -ja, «cabrito o cabra de un año (que ya no es chiva)» (AV), la recogida por Terr. segajo ‘cabrito de menos de un año’, y la arag. ceaja ‘cabra de menos de un año’ (Borao). De un comerciante de pieles de la Ribera valenciana del Júcar me informan que la variante castellana allí conocida es cegajo (la catalana, segall): se trata del macho cabrío que ya pace normalmente pero todavía no procrea, mayor por lo tanto que el pastón o cabrito que sólo empieza a pastar2.

Significado análogo en las formas gasconas: Aspa sigalho, ši-</l>, Valle de Aure segalha «jeune chèvre d’un an» (Rohlfs), «chevreau, chevrette, agneau d’un an» (Palay). Puede tener razón Rohlfs al relacionar con esta denominación animal el santand. sagallino «especie de velorto», «cuerda vegetal» (G. Lomas, 313), atendiendo a que el mismo sentido secundario se encuentra en chibata ‘varita’ en portugués y ‘cayado de pastor’ en cast., lat. capreolus ‘sarmiento tierno’, sardo tiva íd. = cast. chiva.

Rohlfs en su artículo de 1927 fué el primero en llamar la atención hacia el interés que presenta nuestro vocablo, también existente en vasco: ronc. segaia ‘cabra de un año’, también recogido en un pueblo de Baja Navarra, sul. segeia (y quizá segia), según Azkue y Lhande, xegail ‘cabrito de dos años’ en el navarro de Yabar (Supl. a Azkue2); éste sugería Rohlfs que se relacionara a su vez con el adjetivo segail, empleado en varias localidades de Guipúzcoa y Alta Navarra, se(h)ail en otros pueblos de Alta Navarra y Laburdi, y sekail bajo-navarro, labortano y suletino en el sentido de ‘esbelto, airoso’, a lo cual aclara Azkue que «se dice de un hombre o mujer de poca carne y mucho hueso»; hay además un verbo sehaildu en alguna localidad labortana en el sentido de ‘demacrarse’ (Azkue), y en otras partes de Laburdi se dice segail «mince, délicat», segaildu «devenir mince, effilé, fin», segailtasun «ténuité, délicatesse» (Lhande)3. Rohlfs suponía que segallo había significado primeramente ‘animal flaco’ (o ¿‘pequeño’?), y comparaba el gasc. sergalh, que además de «agneau» vale «enfant frêle et menu» (Palay); dando a entender que pensaba en un origen no latino, prerromano.

Quizá tenga razón Rohlfs en esto; sin embargo, observaré que el origen prerromano y el parentesco con segail ‘descarnado, esbelto’ me parecen ambos posibles, pero a condición de no presentarlos conjuntamente sino a modo de disyuntiva, pues salta a la vista que sekail (> sehail) y segail ‘seco, descarnado’ no es otra cosa que el bearn. secalh «personne maigre, sèche, osseuse et mince», «branche morte, bois mort, chicot de bois mort», cat. secall ‘persona enjuta de carnes’, ‘especie de melindre seco’, derivados evidentes de SICCUS: al pasar este vocablo advenedizo desde el romance al vasco fué arrastrado por la corriente de palabras romances que en Aragón y Bearne vacilaban entre secar y segar SECARE, plecar y plegar PLICARE, etc., y así nació la variante segail. Esta explicación etimológica del adjetivo vasco segail de ninguna manera me parece incompatible con la idea de Rohlfs de derivar de ahí segalla ‘cabra pequeña’, pues los vascos han desempeñado un gran papel en el pastoreo pirenaico, y no sólo los actuales vascos de Navarra, Sule y Vascongadas, sino también los antiguos pastores vascófonos nativos del Alto Aragón, los Altos Pirineos gascones y aun quizá el Pallars y Valle de Arán, donde la muerte de los idiomas prerromanos es indudablemente mucho más moderna de lo que suele admitirse; comp. mis indicaciones de BDC XXIII, 260-1, y VRom. II, 450-3, y para términos pastorales de origen vasco, V. aquí IGÜEDO, MAGÜETO y otros.

Nuestro vocablo, cualquiera que sea su etimología remota, es pues un término pastoral vasco o vasconizado que el pastoreo ha propagado hasta Cataluña y Andalucía. Queda, sin embargo, un punto importante. Ya hace tiempo que M. L. Wagner señaló el parentesco del cat. segall con el sardo nuorés, logud. y campid. sakkaya, -ayu, «pecora o agnello di un anno», «capra di un anno» (Das Ländliche Leben Sardiniens, 106, 112; ARom. XV, 225-6; RLiR IX, 278); según los datos del AIS (mapas 1068 y 1079) el vocablo se aplica a la oveja y a la cabra, aunque al parecer con más extensión en el caso de esta última4, y su área incluye desde la zona central del Campidano hasta el extremo Norte del Logudoro. Si realmente es palabra autóctona en Cerdeña, hay que renunciar al parentesco de segallo con el romanismo vasco sekail ‘descarnado’ y afirmar resueltamente un origen ibérico, más que vasco. Ésta es evidentemente la idea de Wagner. Sin embargo, tropezamos con alguna dificultad: en esta hipótesis las formas sardas postularían una base *SACCAJA diferente del *SEGALIA o *SECALIA (eventualmente -ACULA) que sólo podría satisfacer a las formas iberorromances; en efecto los grupos -L?- y -CL- tienen resultados muy diferentes de -y- en Cerdeña (-ddz- o -ll- aquél, -kr- o -g- éste): comp. los mapas citados del AIS con los correspondientes a aglio y a occhio, y consúltese la Hist. Lautlehre de Wagner, §§ 232-8 y §§ 249-55.

Esta diferencia en la base etimológica no es inconcebible en una palabra prerromana, pero sí es sospechoso que dos derivados formados con sufijos diferentes y con variante radical, en dos territorios tan separados, hayan tomado un significado tan perfectamente idéntico5, y también es sospechoso que dos tipos etimológicos bastante distintos en su origen hayan venido a coincidir tan asombrosamente en su forma moderna: sardo saccaia junto al cat. segalla, pronunciado sagaia, desde la Edad Media, en las Baleares y Este de Cataluña... que es precisamente la zona de donde partieron las influencias catalanas sobre el sardo. A pesar de la negativa de Wagner, es inevitable sospechar que aquí tenemos un catalanismo sardo y no un viejo iberismo autóctono. El sabio especialista del sardo funda su negativa en dos razones. En primer lugar la diferencia fonética; pero en este sentido sólo la -cc- puede tomarse en consideración, y es el caso que los hispanismos sardos a menudo presentan alteraciones de sonoridad (explicables por la diferente época y extensión de la sonorización sarda e iberorromance): el cast. agasajar se hace akkazaddzare en Cerdeña, el cat. rata-pinyada se convierte en arratapiñata, y viceversa atracallar pasa a tragallai, aconhort a aggunortu; por si esto fuera poco, podemos todavía explicar la cc de saccaia por la etimología popular saccu ‘saco’, perfectamente natural en una palabra, como ya subrayó Wagner, que en Cerdeña puede designar a la oveja preñada de su primero y aun de su segundo cordero (saccaia de primu fedu, de dus fedus, puntos 968 y 949 del AIS). En cuanto a la razón ambiental, que parece decisiva a Wagner, tampoco lo es a mi entender; ya el propio Wagner limita su afirmación de la falta de préstamos catalanes en la terminología pastoril sarda a «las denominaciones de las edades de los animales». Pero ¡esto es mucho limitar! El hecho de que entre media docena de denominaciones, o a lo sumo diez o doce, las demás no sean catalanismos no es prueba suficiente de que una de ellas no lo pueda ser, sobre todo tratándose de un idioma donde la catalanización consistió en la entrada de muchísimos centenares de palabras, y penetró hasta lo más recóndito de la vida sarda6. Aun limitada a estas denominaciones de edades de los animales, la afirmación de que no contienen préstamos sería excesiva, pues el propio Wagner probó que un nombre semejante de la oveja, argalla, gargalla, usual en el Campidano, resulta de una mala adaptación de una forma de Nuoro procedente de GREGARIA (Das Ländliche Leben, p. 105).

En conclusión, el sardo saccaia es probablemente un antiguo catalanismo7, lo cual es admitido incluso por M. L. Wagner, RF LXIX, 416-208, la voz iberorromance y gascona está relacionada con el vasco, y es verosímil que resulte del romanismo vasco sekail ‘descarnado’; aunque una etimología prerromana no puede descartarse tampoco.

En cuanto a la base *SEQUACULUManimal que sigue a la madre’, supuesta por GdDD 6005a, viola todas las reglas formales y semánticas de la morfología latina.

1 En Sant Feliu de Guíxols sadall sería el cabrito desde que nace hasta que tiene un año (BDLC IX, 238).―

2 La variante con c-, hoy empleada en Albacete, ya está en Aut. como voz rústica, y en una pragmática de 1552 (DHist.).―

3 En cuanto al vasco común sakaildu, sakailatu «llagar, exterminar, devastar, tajar, destrozar», que Rohlfs también relacionaba, derivado sakail, sakaila, «herida grave», «tajo», el sentido, la forma y la extensión geográfica (se emplea hasta Vizcaya) lo separan decididamente de nuestro vocablo.―

4 En un punto es de unos ocho meses, en otros de un año hasta dos.―

5 Aun la ac. sarda menos extendida ‘oveja de un año’, se encuentra también en catalán y en gascón, como ya hemos visto.―

6 Es infundada la afirmación, que ha hecho Wagner alguna vez, de que los catalanismos, que en el Campidano se presentan en masa casi infinita, son raros en el Logudoro. Por el contrario aquí son también numerosísimos, lo cual no sería éste el lugar de probar (tengo inédita una nota sobre el asunto). Pero sí observaré que la erudición del sabio romanista le ha tentado a atribuir a formas cast. raras o locales la paternidad de voces sardas que vienen sin duda alguna de voces catalanas corrientes. ¿Para qué atribuir al castellano (donde pronto desaparecieron) el origen de voces como akkunortare, kattiveriu, attorgare, fašugu, que son las catalanas comunes aconhortar, ca(p)tiveri, atorgar, feixuc? Monu es sin duda el cat. monjo (asimilación, ya medieval, de monge) y no el cast. monje. Y tampoco en casos como destrossai, pinzellu, acciottu, bazzinu, biaȤi, forgai, bruša, plancia, trincia hay más razón para partir del cast. que de los cat. destrossar, pinzell, assot, bací, viatge, forjar (o fargar), bruixa, planxa, trinxa.―

7 En apoyo de esta suposición, aunque meramente como razón subsidiaria y no decisiva, puede observarse que -J- da hoy en la mayor parte de las hablas sardas (Hist. Lautl., §§ 137 y ss.), mientras que el carácter casi unánime de la forma sakkaya es más comprensible si ésta es préstamo del cat. dial. segaia, que si es prolongación de un autóctono *SACCAJA; es verdad que Wagner en sus artículos cita una variante sakkaཡཡa, pero debe ser forma muy rara, pues no aparece en ninguna de las 12 localidades del AIS donde se registra el vocablo.―

8 Wagner aclara ahí su punto de vista (que en realidad no difiere mucho del mío); pero nótese que no es exacto que se unieran las Coronas de Aragón y Castilla en 1469: aunque se casaron sus reyes, los castellanos siguieron tan ajenos a la Corona de Aragón como los ciudadanos de ésta a la de Castilla; la unión es de 1516, fecha de la muerte de Fernando el Católico.